24h Valencia.

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"Especialista advierte que la DANA era un desastre predecible: 'Los indicios estaban claros'"

El profesor Rafael Delgado, quien forma parte de la Universitat Politècnica de València (UPV) y ostenta la presidencia de la Plataforma Forestal Valenciana, ha expresado enérgicamente que los recientes planes de emergencia local "no han logrado el impacto deseado", señalando que la falta de comunicación ha tenido consecuencias devastadoras, costando "muchas vidas".

El catastrófico episodio de DANA que azotó la Comunitat Valenciana, resultando en la trágica pérdida de 211 vidas hasta el momento, es, según él, "la crónica de una desgracia anunciada". Delgado destaca que, ante la presencia de "todos los factores de riesgo", se ha dado la oportunidad para que este desastre aconteciera. Subraya que estos fenómenos climáticos no solo continuarán, sino que probablemente se intensifiquen si no encontramos formas de gestionar adecuadamente la lluvia.

El profesor critica la ineficacia de los protocolos de emergencia durante este evento de lluvias, apuntando que "el desconcierto y las acciones inadecuadas de muchas personas" son un reflejo de un "déficit en comunicación y formación", que ha tenido efectos mortales. "No tiene sentido que existan documentos de emergencia archivados en las oficinas, mientras que, en momentos críticos, la gente actúa con desconocimiento de los procedimientos que deberían seguir", argumenta con firmeza.

En un análisis detallado que ha publicado, Delgado aclara la "gravísima situación" provocada por la DANA y enfatiza la necesidad de abordar este problema desde una perspectiva técnico-científica y con seriedad, dejando de lado "discursos rutinarios y terraplanistas". Al evaluar la magnitud de esta catástrofe, el profesor recalca que se trata de "la segunda emergencia natural" más mortal a nivel nacional desde que se llevan registros.

En su análisis, recoge la grave realidad de que el riesgo que representa cualquier incidente para la población y sus bienes depende de tres factores: peligrosidad, exposición y vulnerabilidad. La combinación de estos elementos determina la severidad de la crisis, una alineación que, según él, se ha dado en esta ocasión de manera alarmante.

Delgado examina la tragedia humanitaria vivida en la rambla del Poyo, en Valencia, desde una perspectiva forestal, subrayando la "impactante fuerza destructora" de esta y otros ríos como el Magro y el Turia. No obstante, aclara que el evento de DANA en sí no ha sido el de mayor precipitación registrada, sugiriendo que hay otros factores a considerar que pudieron incrementar la peligrosidad de la situación.

Para comprender esta adversidad, urge a consultar "datos alternativos que nos ayuden a esclarecer lo ocurrido", señalando que el cambio climático y el calentamiento global son realidades innegables que ya están presentes en nuestra vida y que intensifican estos desastres. El mar Mediterráneo, según explica, "ha estado rompiendo récords de temperatura desde 2020", un indicio claro de que estamos sumando riesgos a situaciones ya críticas.

Al respecto, enfatiza que los pronósticos indican que la frecuencia e intensidad de estos eventos extremos aumentarán, presentando el cambio climático como un factor que ya tiene implicaciones directas sobre la peligrosidad de las gotas frías, un fenómeno que ha demostrado ser devastador.

Asimismo, Delgado subraya que en este evento, peligrosidad, exposición y vulnerabilidad se han alineado trágicamente, haciendo hincapié en que la hora del desastre coincidió con el regreso del trabajo, lo que resultó en una mayor exposición al riesgo. A esto, añade que es esencial "mirar más allá" de lo inmediato y establecer estrategias sólidas que eviten que situaciones como esta se repitan. “No podemos permitir que lo urgente reemplace lo fundamental", insiste.

Propone transformar el modelo económico local y global hacia una dirección de "descarbonización, apoyo a economías circulares y proximidad, así como fortalecer la vertebración territorial". Sin embargo, lamenta que, desafortunadamente, "las tendencias actuales parecen ir en sentido contrario a lo que se necesita".

Delgado señala que el problema no está siendo abordado con la seriedad requerida, tanto desde la administración superior como desde lo comunitario. Aboga por una acción que no solo se enfoque en mitigar el cambio climático, sino también en manejar el desbordamiento de ríos mediante "hidrotecnologías adaptadas".

Advierte que podrían haberse realizado intervenciones significativas, como un nuevo Plan Sur que previniera adecuadamente el desbordamiento del barranco del Poyo, a la par con las medidas tomadas previamente para el Turia. Sin embargo, reconoce que esto puede no ser una opción viable en el contexto actual. "Es difícil imaginar que se pueda replicar la transformación que supuso el plan, dadas las limitaciones socioeconómicas actuales", admite.

Reflexiona que la riada de 1957 en València llevó a una respuesta costosa a través del Plan Sur. Dada la magnitud de las muertes actuales, es probable que no tengamos el mismo margen para actuar de forma preventiva en los años venideros. "Debemos asumir el costo de implementar soluciones que eviten que se repita esta calamidad humanitaria", concluye.

El profesor enfatiza que "mientras no aprendamos cómo gestionar adecuadamente la lluvia, seguirán sucediendo estos episodios climáticos, y probablemente se intensifiquen". Indica que lo sucedido podría considerarse una advertencia, una tragedia que estaba en el horizonte debido a factores de riesgo concretos que se presentaron de manera alarmante.

No obstante, llama a extraer "lecciones" de esta catástrofe, señalando que el desplazamiento hacia un modelo de desarrollo insostenible y socialmente injusto ha sido un cambio destructivo. Se necesita una revisión honesta y profunda para avanzar hacia una mayor equidad territorial, sin importar el costo.

Finalmente, el profesor Delgado expresa su preocupación por cómo digeriremos la tragedia de estas inundaciones: "No será fácil, pero espero que utilicemos el dolor como un motor para construir un futuro viable, que nos evite afrontar situaciones similares nuevamente". Es el momento propicio para abogar por las bases de un marco territorial más resiliente frente a catástrofes naturales, algo que solo podremos lograr si replanteamos de manera seria nuestro enfoque territorial y los retos de sostenibilidad que enfrentamos, sin engañarnos a nosotros mismos.

Concluye al señalar que la tarea no será sencilla, dado que nuestra memoria suele ser breve y la tentación de pasar página rápidamente siempre está presente. Sin embargo, enfatiza que, sin este análisis honesto, cualquier discurso que se construya sobre la tragedia será simplemente un intento oportuno de eludir la responsabilidad ante el futuro.