El incendio que devastó un complejo residencial en València el pasado 22 de febrero y que cobró la vida de 10 personas, tuvo su origen en un frigorífico ubicado en la cocina de una vivienda en el barrio de Campanar. Desde ese punto, el fuego se extendió rápidamente por el edificio, causando una tragedia sin precedentes.
Este hecho es una de las conclusiones principales del informe de inspección realizado por la Policía Científica para esclarecer las causas de este desafortunado suceso.
Según el informe, todo apunta a que la fuente de ignición pudo haber sido una incidencia en la zona trasera del frigorífico. A pesar de que no se encontraron señales de cortocircuitos o mal funcionamiento en el cableado y conexiones que no fueron destruidas, los investigadores no descartan completamente el origen eléctrico del incendio debido al grado de destrucción del lugar.
Además, se sugiere que la serie de frigoríficos a la que pertenecía el electrodoméstico analizado funcionaba con un refrigerante altamente inflamable, el isobutano, lo que podría haber provocado una fuga en las canalizaciones del refrigerante y su posterior inflamación frente a cualquier chispa o electricidad estática presente en el ambiente.
Estos hallazgos plantean interrogantes sobre la seguridad de los electrodomésticos y la necesidad de garantizar que cumplan con los estándares de calidad exigidos para evitar este tipo de tragedias en el futuro.
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