Los municipios afectados por la devastadora inundación en Valencia hacen un llamado urgente para que las ayudas económicas comiencen a fluir de manera inmediata hacia las cuentas de los damnificados y para que se refuercen las labores de limpieza con maquinaria pesada.
VALÈNCIA, 29 de noviembre.
Casi un mes ha transcurrido desde el trágico 29 de octubre, cuando la furia de las aguas inundó áreas extensas de la provincia de Valencia, dejando una estela de dolor con 222 vidas perdidas según el último balance. Los pueblos de la 'zona cero' se encuentran inmersos en una lucha constante por superar la devastación, enfocándose en una realidad llena de desafíos urgentes que requieren atención inmediata.
La demanda de que las ayudas lleguen sin dilación a los afectados y la necesidad de contar con más maquinaria pesada para limpiar el lodo son reclamos que resuenan en estas localidades. Igualmente, hay un creciente reconocimiento de que también deben ocupar un lugar prioritario el bienestar emocional de los habitantes, quienes deben afrontar el trauma causado por esta crisis colectiva.
A pesar de que ha pasado tiempo desde que la DANA causara estragos en ciudades valencianas, las señales de la tragedia todavía son palpables en calles, comercios e infraestructuras devastadas. La movilidad ha ido mejorando lentamente gracias al esfuerzo coordinado de distintos equipos de rescate, y se están recuperando vías de comunicación vitales, incluyendo tramos de la red de trenes de Cercanías y del metro.
No obstante, el daño al parque automovilístico es desolador, con alrededor de 120.000 vehículos en condiciones críticas, destinados a diversas campas o a ser trasladados a depósitos donde se les dará un tratamiento adecuado, mitigar su impacto negativo en el medio ambiente. Muchos de estos coches permanecen atrapados en garajes, que se han convertido en verdaderos puntos de estrangulamiento tras la riada. Esta semana, un centenar de operarios, junto a miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), han iniciado una tarea de limpieza de garajes y bajos, con más de 600 lugares que requieren atención.
En Paiporta, donde se reportaron la mayor cantidad de víctimas, el paisaje permanece atiborrado de barro y barro. A pesar de que se menciona la palabra "reconstrucción", la realidad es que la región sigue inmersa en una emergencia sin precedentes. La reciente caída de un porche en una escuela en Massanassa, que cobró la vida de un trabajador y dejó a otro herido, es un escalofriante recordatorio de la fragilidad de la situación.
El alcalde de Massanassa, Paco Comes, ha expresado la urgencia de que las ayudas lleguen a los afectados, así como la necesidad de implementar mejoras en la infraestructura que prevengan la repetición de desastres de esta magnitud. "Hago un llamado a todas las administraciones para que envíen el dinero a los damnificados de inmediato, porque en unos meses podríamos enfrentar una devastación económica y social", advirtió.
Comes también enfatizó la importancia de trabajar unidos como ayuntamientos para exigir la rehabilitación del barranco del Poyo, un área que, según él, ha permanecido desatendida durante demasiado tiempo, convirtiéndose en un riesgo latente. "Hay mucho trabajo por hacer", añadió, implorando que no se permita que esta situación caiga en el olvido, incluso después de un tiempo.
La necesidad de adelantarse a futuros desastres también resonó en las palabras de Guillermo Luján, alcalde de Aldaia, quien señaló el clamor de la comunidad por la seguridad del barranco de la Saleta, un tema que ha sido ignorado por demasiado tiempo. "La invisibilidad de este problema ha llevado a consecuencias trágicas, y es momento de que se tomen acciones definitivas", sentenció Luján.
El alcalde continuó enfatizando que, además de la limpieza de vehículos, se requiere atención a la situación de los garajes subterráneos, que complican la recuperación de servicios básicos como los ascensores. "La situación es insostenible, hay personas mayores y con movilidad reducida que están confinadas en sus casas. Nos enfrentamos a un círculo vicioso de coches, barro y falta de reparaciones", reiteró con urgencia.
Desde Benetússer, la alcaldesa Eva Sanz destacó que, tras un mes de esfuerzo coordinado, la situación en su localidad ha mejorado, con calles cada vez más despejadas. Sin embargo, hizo hincapié en que aún necesitan mucha más ayuda para continuar con las labores de limpieza y enfrentar los problemas que han surgido, como daños en conductos de aguas residuales y la acumulación de toxicidad en el ambiente.
Sanz también subrayó la importancia de escuchar las demandas de los municipios y de que las ayudas lleguen a aquellos que más las necesitan de forma apremiante. Además, se refirió a la situación de la infancia en su comunidad, recordando que muchos escolares aún no han regresado a las aulas debido a los daños en las infraestructuras educativas.
La alcaldesa de Torrent, Amparo Folgado, reconoció el esfuerzo colectivo de ciudadanos y voluntarios durante esta crisis, destacando la necesidad de intervención inmediata en los barrancos críticos. Ha solicitado una reunión con el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar para abordar las preocupaciones de su municipio de manera urgente.
En la ciudad de Valencia, tres de sus pedanías han sido testigos de la destrucción, aunque poco a poco se están recuperando. A pesar de las adversidades, las autoridades locales informan que la mayoría de las calles están limpias y transitables, con los colegios reabiertos y funcionando. Además, han establecido un sistema de atención a los afectados que ha recibido más de 700 solicitudes de ayuda desde el inicio de la crisis.
Los esfuerzos realizados hasta el momento están comenzando a dar sus frutos, según información municipal, que concluye subrayando su compromiso para seguir apoyando a los pueblos hermanos afectados durante todo este proceso de recuperación.
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